Proceso de fabricación del humus de lombriz – Etapa 4

Después de todo un año, por fin llega el momento de la cosecha. Para esto necesitamos que el clima sea lo más cálido posible y que no se nos eche el tiempo encima.

Por un lado, separaremos las lombrices y el estiércol sin procesar (su comida) para crear los lechos de la próxima campaña y, por el otro tendremos el humus a falta de su secado y humificación.

Cuando los líneos ya comidos por las lombrices están limpios y despejados, hay que voltearlos, para que todas las bacterias que trabajan de forma aeróbica y anaeróbica cambien sus funciones y su actividad se vuelva frenética.

Por una parte, conseguimos que el compostaje se acelere y, por otra, que el aire y el calor del sol arranquen el agua embebida del propio humus.

Este proceso se repite un par de veces o tres dependiendo de las condiciones climáticas.

Una vez conseguida una humedad aproximada del producto de un 40% precedemos a la recogida.

En la recogida apilamos el producto con el fin de darle una última fermentación. Volvemos a llevar a las bacterias a una fase anaeróbica, por la cual, pasan de respirar aire a tirar de agua y materia orgánica.

En este momento llegamos al óptimo del producto… Los restos de paja o vegetales se humifican (se secan y se vuelven oscuros) y se transforman físico-químicamente en fibras compostadas y ácidos húmicos y fúlvicos. Las partículas e sueltan por completo pasando a gránulos de un calibre de 8 mm las más gruesas y finos de 1 micra en el más fino.

En el compostado final se pierden unos 5 puntos de humedad y el pH se estabiliza a 7. La flora bacteriana deja latente su actividad y el producto está listo para ser cribado y envasado.

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